La palabra «Mesías»
proviene del hebreo, y es sinónima de la palabra griega Cristo.
Una y otra las consagró la religión, y sólo se aplican al ungido por
excelencia, al soberano, libertador que el antiguo pueblo judío esperaba, cuya
venida está esperando todavía, y que fue para los cristianos Jesús, hijo de
María, que consideraron como al ungido del Señor, el Mesías prometido de la
humanidad.
Vemos en el Antiguo
Testamento que la palabra
Mesías, en vez de aplicarse particularmente al libertador, cuya venida esperaba
el pueblo de Israel, se aplicó también con frecuencia a los reyes y príncipes
idólatras, que eran hermanos del Eterno, ministros de sus venganzas o
instrumentos para ejecutar los designios de su sabiduría. En el capítulo XLV de
Isaías se llama expresamente Mesías a Ciro. «De este modo el Eterno dijo a
Ciro, su ungido, y su Mesías», etc. Ezequiel, en el capítulo XXVIII de sus Revelaciones,
da el nombre de Mesías al rey de Tiro, que le llama también querubín, y habla
de él y de su gloria enfáticamente.
Además, el nombre de
Mesías, que en griego significa Cristo, como hemos dicho, se aplicaba
a los reyes, a los profetas y a los grandes sacerdotes de los hebreos. El libro
I de los Reyes, en el capítulo XII, dice: «El Señor y su Mesías son
testigos.» Lo que quiere decir: el Señor y el rey que Él ha establecido. David,
animado por el espíritu de Dios, da más de una vez a Saúl, su suegro, la
calificación de Mesías del Señor. «Dios me guarde —dice con frecuencia— de
perseguir al ungido del Señor, al Mesías de Dios.»
Si se aplicó esa
denominación a reyes idólatras, a príncipes crueles y tiranos, también se
aplicó en los antiguos oráculos para designar al verdadero ungido del Señor, al
Mesías por excelencia, cuya venida esperaban todos los fieles de Israel. Por
eso Ana, madre de Samuel, termina su cántico con estas palabras notables, que
no pueden aplicarse a ningún rey, porque entonces no los tenían los hebreos:
«El Señor juzgará los extremos del mundo, dará el imperio a su rey y levantará
el altar de su Cristo, de su Mesías.» Esa misma palabra se encuentra en muchos
oráculos.
Si se comparan esos
diferentes oráculos y todos los que se aplican ordinariamente al Mesías,
resultarán de la comparación contrastes hasta cierto punto inconciliables y que
justifican la obstinación del pueblo para el que se realizaron.
Efectivamente, ¿cómo
podemos concebir, antes que el hecho lo hubiera justificado en la persona de
Jesús, cómo podemos concebir que estuviera dotado de inteligencia divina y
humana al mismo tiempo un ser grande y abatido que triunfa del diablo y que el
espíritu infernal, sin embargo, lo tienta, lo arrastra y le hace viajar contra
su voluntad; un ser que es señor y sirviente, rey y vasallo, sacrificador y
víctima al mismo tiempo, mortal y vencedor de la muerte, rico y pobre;
conquistador glorioso, cuyo reinado eterno no ha de tener fin, que debe someter
el mundo entero por sus prodigios, y sin embargo, es un hombre que ha de pasar
por toda la escala del dolor, privado de toda clase de comodidades, que ha de
carecer absolutamente de lo necesario para la vida, y se llama rey y viene al
mundo a colmarle de gloria y de honores, y esto no obstante, pasa la vida
inocente y desgraciado, es perseguido y muere en un suplicio vergonzoso y cruel,
encontrando en esa humillación y en ese envilecimiento el origen de una
elevación única que le conduce al punto más alto y culminante de la gloria, del
poder y de la felicidad, colocándole en la categoría de la primera de las
criaturas?
Todos los cristianos
encuentran unánimemente esos caracteres que parecen incompatibles en la persona
de Jesús de Nazaret; sus sectarios le dan este título por excelencia, no porque
fuera ungido de un modo sensible, inmaterial, como lo eran antiguamente algunos
reyes, algunos profetas y algunos sacrificadores, sino porque el espíritu
divino le había designado para realizar grandísimos destinos, y recibió la
unción espiritual que es necesaria para realizarlos.
Ciro
fue Rey de Persia (559-529 a.C.). El reino de Ciro se extendió 3220 kilómetros
(el más grande imperio entonces conocido) e incluía los territorios de los
imperios asirio y Babilónico. Llegó a formar un gran imperio .Luego venció a
Creso, rey de Lidia, famoso en la historia por sus riquezas. Se distinguió por
una política de tolerancia religiosa hacia los pueblos vencidos.
Ø Las obras que realizó Ciro y que
le permitieron ser un grande entre los grandes:
Ø No esclavizó a la gente después de
conquistar a babilonia
Ø Se presentó como un liberador, no
como un conquistador
Ø Liberó a los judíos de 60 años de
esclavitud
Ø Permitió que 40,000 exiliados volviesen
a palestina La biblia menciona a Ciro en sus libros, entre algunos de ellos
están:
Isaías
(capítulos 45,1) en este libro se le llama Ungido (Mesías) a Ciro.
Esdras
(capítulo 1 versículos 2-4) se presenta una versión del edicto de Ciro que pone
fin el exilio judío en Babilonia.
Daniel
posee varias referencias a Ciro.
El
Segundo libro de las Crónicas (36, 22-23) presenta otra versión del
edicto de Ciro.
Esdras
(1, 2-4)
2.
«Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos
los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una Casa
en Jerusalén, en Judá.4. A todo el resto del pueblo, donde residan,
que las gentes del lugar les ayuden proporcionándoles plata, oro, hacienda
y ganado, así como ofrendas voluntarias para la Casa de Dios que está en
Jerusalén.»
Crónicas
(36, 22-23)
22.
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de
Yahveh, por boca de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia,
que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: 23. «Así habla
Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos
de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, en
Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con
él y suba!»
Daniel
(10,1)
1.
El año tercero de Ciro, rey de Persia, una palabra fue revelada a Daniel, por
sobrenombre Baltsassar. Palabra verdadera: gran lucha. El comprendió la
palabra; le fue dada en visión su inteligencia.
La
Biblia dice en
Isaías
45,1
:
"Así dice Jehová a su ungido, al cual tomé yo por su mano derecha,
para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir
delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán". Ahí a Ciro se lo
llama mesías, es decir, el ungido. La traducción griega de esa palabra hebrea,
mashiach, es Christos, de donde deriva nuestro término Cristo. Entonces, se
puede afirmar que a ese antiguo rey persa se lo llamaba Cristo. Este es el
único lugar en la Biblia donde se le llama " ungido" a un gobernante
gentil. Es decir, Ciro es el único gentil llamado Mesías por la biblia. La
biblia tiene a Ciro como un Mesías, entonces cabe la posibilidad de pensar que
el Mesías único del que se nos ha hablado desde pequeños, no es tan único.
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