El objetivo de estos jardines era el de procurar la tranquilidad tanto espiritual como recreativa (punto de reunión de los amigos), de hecho eran, esencialmente, un paraíso en la tierra. La manera en que estos jardines se construían podía ser muy formal (haciendo prevalecer la estructura) o muy informal (centrándose en las plantas), respetando, no obstante, algunas reglas simples de concepción, con la intención de maximizar, en términos de función y emoción, todo aquello que podía ofrecer el jardín. Se estima que el origen de los jardines persas data de unos 4000 a. C.
En
las cerámicas de esa época se descubren los diseños en cruz, típicos de los
jardines persas. Los elementos que componen el jardín persa: el pabellón central,
el estanque y la vegetación contigua. La luz del sol y sus efectos han sido un
factor de suma importancia en la estructuración de los jardines persas,
así como las texturas y las formas escogidas por el arquitecto para
reducir el impacto de la luz. Debido a la posición geográfica en la latitud de
Irán, la sombra es extremadamente importante en los jardines, sin ella no se
obtendrían espacios utilizables (los árboles y los emparrados ofrecen una
sombra natural; los pabellones y las paredes sirven, asimismo, para bloquear al
sol).
Los jardines
persas, ofrecen, por tanto, un espacio lleno de verdor y frescura en un país
que se caracteriza por su calor y la sequedad. Otra característica,
derivada del calor, es la importancia que adquiere la utilización del agua. Una
especie de túnel subterráneo, bajo la capa freática llamado Kanat se utiliza
para la irrigación del jardín y sus alrededores. Unas estructuras parecidas a
los pozos se conectan al Kanat permitiendo, de este modo, elevar el agua a la superficie.
En ocasiones, en un pozo persa se utiliza a los animales para elevar el agua a
la superficie. Este sistema puede ser empleado del mismo modo para desplazar el
agua por el sistema acuático de la superficie. Los árboles se plantan, generalmente,
en una fosa llamada Jub que impide la evaporación del agua permitiendo que ésta
llegue, con mayor rapidez, a las raíces. Jardín con diseño de un Pairi
Daeza
Es
posible que la versión de paraíso que actualmente poseen muchísimo cristianos,
sea una copia que se originó en Persia con los pairi daeza
El Jardín del Edén es descrito en Génesis, capítulos
2 y 3. El Señor creó el jardín específicamente para Adán, el primer hombre, a
quien Dios había formado. En Génesis 2:8-9, leemos: "Jehová Dios plantó un jardín en Edén,
al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer
de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer. "Algunos
creen que el jardín estaba sobre una montaña, o tal vez era una salida de manantiales
de agua fresca, porque leemos: "y
salía de Edén un río para regar un huerto, y de allí se repartía en cuatro
brazos." (Génesis 2:10)
Por esto, el Jardín del Edén era perfecto. Ofrecía
belleza y sustento, ya que era hogar para todo tipo de árbol "delicioso a la vista, y bueno para
comer," y una fuente de agua fresca del río para beber. Y en
cuanto al hombre, Dios "lo
puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase." (Génesis
2:15)
Arqueólogos han
encontrado indicios de que uno de los relatos bíblicos más bellos se basa en
leyendas que tienen un trasfondo real.
Un pastor kurdo que
cuidaba su rebaño en medio del calor reinante en las llanuras turcas, buscó
cobijo de los rayos del sol debajo de una solitaria morera. Estaba sentado a la
sombra cuando notó que en el suelo asomaba una extraña piedra oblonga, cuya
superficie lisa llamó su atención. Observando con cuidado los alrededores del
árbol encontró toda una colección de piedras extrañas. Muchas de ellas tenían
ángulos rectos que no son frecuentes en la naturaleza, por lo que decidió
comentar con alguien su descubrimiento. Después de todo, quizás esas piedras
fuesen importantes.
Los arqueólogos han
establecido que el pastor tenía toda la razón: las piedras son, sin dudas,
importantes. En ese caluroso día de verano de 1994 se había realizado el mayor
descubrimiento arqueológico de los últimos 50 años o, según otros, el más
importante de todos los tiempos. Ese sitio ha revolucionado la forma de ver la
historia de la humanidad, el origen de la religión y, quizás, incluso la verdad
detrás del Jardín del Edén. En esa zona vivían tribus de cazadores de gacelas
que erigieron allí inmensos templos dedicados a las serpientes y vivieron como
si estuviesen en el Jardín del Edén. Los arqueólogos sospechan que Adán
realmente existió y que, en la parábola del “pecado original” hay un trasfondo
histórico de verdad.
El Pecado Original es uno
de los conceptos que pertenece al fundamento de las religiones judía y
cristiana. Ambas religiones monoteístas tienen un origen común, el Antiguo
Testamento, libro sagrado que relata el acto de la creación del mundo y de la
humanidad por un Dios único."Y el Señor plantó
un jardín en Edén, mirando al Este, y puso al hombre dentro". Según las
sagradas escrituras, así comenzó la historia, con Adán y
Eva apaciblemente instalados en medio de un vergel, rodeados de árboles.
Esta historia de la Creación ha tenido una repercusión inmensa y es uno de los
textos esenciales de la cristiandad. Los celtas, por ejemplo, tuvieron el Jardín
de los Manzanos, llamado Avalon; y los griegos la Isla de los Bienaventurados. Pero sólo en el Edén cristiano se agregaron condimentos que
ligaron el sexo y el espíritu.
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