sábado, 3 de noviembre de 2012

”Domus Aúrea” EL PALACIO DE NERON

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Esta arquitectura romana experimenta una serie de invasiones y transformaciones técnicas que en buena medida marcarán su inmediato devenir, durante el reinado del emperador Nerón. Y es una curiosa paradoja, pero será precisamente el incendio de Roma del año 64 (del que algunos acusaron al propio emperador) que devastó el centro de la ciudad y acabó con barrios enteros, pero también con templos, palacios y viviendas, el factor que propició todo un plan de renovación arquitectónica que permitió dichas novedades. En especial la construcción de edificios mucho más audaces y la generalización de bóvedas y cúpulas, construidas con revestimientos de hormigón.
De las obras levantadas en este periodo pocas sobrevivieron al propio emperador porque el odio que llegó a generar al final de su reinado y que le arrastró al suicidio, obligó a sus sucesores a distanciarse de su persona y su recuerdo, estableciendo el llamado damnatio memoriae por el que fueron borrados todos los vestigios de su paso por el poder.
Entre ellos se hallaba su obra más descomunal, su inmenso palacio conocido como Domus Aúrea por la proliferación de dorados y decoraciones que cubrían la mayoría de las habitaciones. A pesar de sus enormes dimensiones el Domus Aurea quedó enterrado bajo las Termas de Trajano, aunque fue precisamente por ello por lo que se conservó en unas condiciones bastantes aceptables.
El palacio se benefició directamente del mencionado incendio del 64 porque su amplitud que sobrepasaba las 50 Ha (un espacio en el que cabría perfectamente una ciudad de la época como Cesaraugusta), se aprovecha de la desaparición de barriadas enteras que antes ocupaban buena parte de ese entorno. Se extendería desde el Palatino al Esquilino, un área en la que no sólo se construye el complejo palacial, sino un amplio entorno ajardinado, con bosques, parques, prados, con su rosario de fuentes, pabellones, glorietas y quioscos diseminados, y un enorme lago artificial, sobre el cual, cuando se desecara años después se construiría el Coliseo.
Nerón había ideado por tanto un paraíso para circundar su palacio, es decir un jardín al modo de los construidos en los palacios persas, en medio del cual su poder parecía traspasar la condición humana. Y para confirmarlo, a la entrada del mismo colocó una estatua de él mismo representado como un dios solar, que superaba los 35 m. de alto, razón por la cual fue conocido popularmente como el Colossus, nombre del que derivaría precisamente el del Anfiteatro Flavio (Coliseo) al levantarse junto al lugar donde se había erigido la escultura.
El palacio propiamente dicho constaba de una fachada principal a modo de pórtico de 260 m. de ancho y un perímetro igualmente porticado por triple columnata que se prolongaba casi kilómetro y medio cada lado. Al interior se prodigaban estancias de todo tipo: vestíbulos, habitaciones, bibliotecas, piscinas, termas, etc, todas ellas decoradas con revestimientos variados de nácar y piedras preciosas, pero sobre todo motivos dorados que como hemos dicho le dieron nombre al palacio, y con los que Nerón se identificaba al relacionarlos con el simbolismo solar del que él asume su divinidad. También había pinturas de una excelente calidad, que se han conservado muy bien afortunadamente, entre las que destacan los frescos del comedor principal realizados por Fabullus y Plinio.
Pero sin duda la parte más espectacular del Domus Aurea era una sala octogonal utilizada al parecer como coenatio, y cuya mayor aportación técnica es la construcción de una cúpula de 14 m. de diámetro revestida de hormigón. En realidad es una cúpula esférica sobre una base octogonal, cuyos apoyos son pilares muy espaciados y dinteles de ladrillo que evitarían cualquier tipo de contrafuerte exterior. Con ello y con la apertura de un enorme óculo en su clave se ponen las bases de un modelo constructivo que generaliza el uso de la cúpula, que será frecuente a partir de entonces, y cuya culminación se encuentra en el Panteón de Agripa.
Una serie de ingenios y artilugios conseguía curiosos efectos de gran impacto escenográfico: así de los techos llovían sobre los invitados pétalos de flores y perfumes; además de la cúpula colgaban adornos giratorios cuyos mecanismos los hacían girar ininterrumpidamente, lo que daba la sensación comentada por Suetonio de que la sala giraba como el Universo, efectismo con el que el propio Nerón se sentiría allí en medio como un verdadero cosmocrator.
Por lo demás la habitación se hallaba rodeada de un pasillo a modo de deambulatorio al que abrían una serie de habitaciones comunicadas entre sí, más dos alcobas laterales, dos triclinia y al fondo una escalera sobre la que el agua caía en forma de cascada. Un complejo ambicioso, en el que la solución espacial de tantos habitáculos no siempre se resolvió con la suficiente fortuna. Tal vez porque como ocurre en el resto del palacio la megalomanía que caracterizaba al emperador contagió excesivamente la construcción del palacio, que en muchas partes sobrepasa la excentricidad para rayar en el desatino.
La Domus Aúrea se descubrió durante el Renacimiento y fue allí precisamente de donde se rescató el famoso Laocoonte. Desde entonces se conocía el lugar como las Grutas de Esquilino, y ciertamente ejerciceron un influjo notable sobre el arte del Renacimiento, si bien el proceso de recuperación, excavación y estudio de la Dosmus Aúrea es reciente.
Su aportación al desarrollo de la arquitectura romana será indudable, porque por más que el palacio caiga a veces en lo estrambótico, es incuestionable que la construcción de la cúpula en la coenatio, su sistema de soportes y su revestimiento de hormigón, la planimetría de la construcción en la que se impone el sistema simétrico que definirá la arquitectura posterior, la imbricación del entorno ajardinado en una construcción palaciega, su indudable riqueza ornamental y la monumentalidad constructiva, que también se convertirá en una seña de identidad, son aportaciones a tener en cuenta, por más que en su conjunto el Palacio pueda reproducir en demasía los delirios de grandeza de su mentor. La construcción de la Domus Aurea (Casa Dorada) ha sido considerada como la empresa más extravagante de toda la historia de Roma.




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