Pakal fue
un rey maya y su lápida de piedra es otra de las piezas que se presentan como
indicio de que seres extraterrestres deben haber visitado la Tierra en la
antigüedad. La razón es que la posición de la imagen de Pakal en su lápida
sugiere que se encuentra dentro de algún tipo de módulo espacial, con el cual
ascenderá hacia el cielo.
Una de las
piezas más significativas de la ciudad maya de Palenque, en el estado de
Chiapas, México, es la tumba del rey Pakal. Ésta fue descubierta en 1952 por
Alberto Ruz Lhuillier en el interior del Templo de las Inscripciones. Pakal
murió el 31 de agosto del 683 d.C., a los 80 años de edad. Ascendió al trono en
el 615, a los 12 años, y gobernó sesenta y ocho. Durante su largo reinado
convirtió a Palenque en la ciudad más importante de finales del Clásico (250 -
900 d.C.). Ya mayor, sintiendo cercana la muerte, inició la construcción de su
templo funerario hacia el 675.
Como la
cripta es más grande que la entrada a la misma, los especialistas consideran
que fue construida antes que se hiciera la pirámide. El cadáver de Pakal
descanzó en un sarcófago de piedra caliza con silueta de cuerpo humano que fue
sellado con una lápida de 3,8 por 2,2 metros. Una vez completados los ritos
funerarios y sellada también la cámara, se colocaron cinco o seis víctimas
sacrificiales en un pequeño recinto delante de la puerta cubierta de yeso. La
escalera que conduce por el interior de la pirámide hasta la tumba, fue
rellenada con cascajo y ofrendas de jade, cerámica y conchas. También se colocó
un respiradero de piedra, o "psicoducto", que sube por las escaleras
hasta el piso superior del templo. Según la investigadora Linda Schele, los
mayas consideraban que el ducto permitía a una mitológica serpiente el paso
desde la tumba hacia el mundo de los vivos.
La
interpretación oficial es: La escena representada sobre la lápida que cubre el
sarcófago representa el instante de la muerte de Pakal y su caída al
Inframundo. Todo el evento está enmarcado por una franja celeste, con kin (día,
sol) en la parte superior derecha o noreste y akbaal (noche, oscuridad) en el
extremo izquierdo o noroeste. El paso de Pakal de la vida a la muerte es
representado con el movimiento del sol de este a oeste. El fondo de la escena
está lleno de signos conchas, abalorios de jade y otro que se encuentran sobre
volutas de sangre.
En la parte
inferior se simbolizan las fauces abiertas del Inframundo. El esqueleto de dos
dragones, unidos por la mandíbula inferior, integran el recipiente en forma de
"U" que representa la entrada al mundo de los muertos. Sus labios se
curvan hacia adentro, como si estuvieran por cerrarse sobre el cuerpo en caída
de Pakal. De ahí arranca el Árbol del Mundo, centro del Universo. Un Pájaro
Celestial, símbolo del reino celeste, se halla sobre la copa del árbol.
El Árbol
del Mundo está marcado especialmente como una entidad sagrada: los signos te
(árbol) confirman que es una ceiba. Los signos nen (espejo) lo señalan como
algo brillante y poderoso. Una enorme figura del Dios C, símbolo de la sangre y
lo sagrado, está inserta en la base del tronco y unida al cuerpo de Pakal. Los
extremos de las ramas son los recipientes de la sangría del sacrificio; los
dragones de narices cuadradas que salen de aquéllos están rodeados de cilindros
y abalorios de jade, lo que los distingue como especialmente sagrados.
Cubiertos de joyas, estos dragones contrastan con los dragones esqueléticos que
tienen debajo. Los de arriba representan al Cielo, el más sagrado de los tres
niveles del cosmos maya; los otros al Inframundo, al que cae Pakal.
Las ramas
del Árbol del Mundo son recorridas por una serpiente bicéfala en barra, símbolo
maya de la realeza. El cuerpo está hecho de segmentos de jade, lo que de nuevo
les da especial valor. Las cabezas que hay a cada extremo de la barra
corresponden, rasgo por rasgo, a los de los dragones esqueléticos de las fauces
del Inframundo. De éstos salen, al oeste, el Dios K (oscuridad), y al este el
Dios Bufón (luz).
Mientras
cae por el Árbol del Mundo, Pakal se asienta sobre un monstruo solar. Éste
aparece en un estado de transición entre la vida y la muerte: es esquelético de
la boca para abajo, pero sus ojos tienen las pupilas dilatadas de los seres
vivos. En la vida real, el sol entra en ese estado de transición al amanecer y
al ocaso. Aquí, sin embargo, el emblema del monstruo solar contiene un cimi, o
signo de la muerte, lo que especifica que la imagen marca la "muerte del
sol" o puesta del sol. El astro, situado en el horizonte, está listo para
zambullirse en el Inframundo... y llevará consigo al rey difunto.
Pakal
parece tambalearse sobre la cabeza del monstruo solar en una posición
irregular. Esta extravagancia señala que también él está en transición de la
vida a la muerte. Se desprende de su taparrabo y de las pesadas cuentas de su collar
(tiene una parte delantera y otra dorsal), que flota escapándosele del cuerpo;
va con las rodillas flexionadas, las manos relajadas, el rostro bien compuesto:
no cae aterrado, porque espera vencer a la muerte. Un hueso prendido de su
nariz significa que incluso en la muerte lleva consigo la simiente del
renacimiento. En maya, los vocablos "hueso" y "semilla
grande" son homófonos; así pues, el hueso es la semilla de la resurrección
de Pakal. Finalmente, Pakal cae como deidad: su frente está penetrada por el
cuchillo del dios K. El rey fue dios durante su vida y es dios al caer en la
muerte.
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